Vlado Gotovac (escritor yugoslavo...es decir con sentimientos identitarios múltiples)


"NUNCA HE COMPRENDIDO A QUIENES DESEARÍAN QUE EL ARCO IRIS FUERA DE UN SÓLO COLOR. ÚNICAMENTE SU VARIADA GAMA CROMÁTICA LO HACE HERMOSO. ASÍ, TAN SÓLO DIVERSAS ETNIAS Y GRUPOS HUMANOS PUEDEN ENCERRAR TODA LA BELLEZA DEL MUNDO".
Vlado Gotovac. Escritor yugoslavo (...portador de identidades múltiples, no excluyentes, radicalmente opuesto a la limpieza étnica que configuró los actuales estados mono-étnicos en los Balcanes)

martes, 27 de junio de 2017

Hau da gure jaietako eredua? ¿Es este nuestro modelo festivo?


Hasi da uda, hasi da beroa eta berarekin batera gure herri eta auzoetako jaiak. Bolada berrian gaude errepikatzen da leku guztietatik baina nik behin eta berriz iraganeko simbologia ikusten dut nonbaitetik. Hau izan behar da gure jaietarako erdua? Eta eredu honetan aniztasunak eta printzipio etikoak ez dute kabidarik?

Ha comenzado el verano, hace calor y con el estío comienza también la temporada festiva en nuestros pueblos y ciudades. A pesar de que se nos bombardea con la consigna de que vivimos "nuevos tiempos" en Euskal Herria, yo, y me van a perdonar quienes no lo vean así, percibo en numerosos espacios festivos una simbología que me retrotrae al pasado. Pareciera que ETA sigue existiendo y con ella toda una red que ha penetrado profundamente nuestro espacio festivo. En Arrasate-Mondragon en un cartel se calumnia a la Ertzaintza (en otros lugares se amenaza a quien ose presentarse a las oposiciones para acceder al cuerpo) y en el Barrio de Judizmendi de mi ciudad la ertzaintza ha debido retirar unas pancartas con las imagenes de varios terroristas de ETA, entre ellos de uno de los asesinos de Fernando Buesa y Jorge Díez Elorza. Si damos un paseo por las txosnas de cualquier recinto festivo veremos que la cartelería y la simbología pertenece, de forma abrumadora, a un segmento ideológico muy concreto que de forma coloquial se categoriza simplemente como "Izquierda abertzale". Por supuesto que no puedo, ni deseo, poner en cuestión la libertad de expresión, tampoco negar los pasos positivos dados en clave de futuro por este sector, ni siquiera cuestional la legitimidad la petición de acercamiento para los presos terroristas, pero aquí me estoy refiriendo a otra cosa, esto es a determinadas acciones y utilización del lenguaje que pretende otra cosa, cual es minimizar el horror cometido por esas personas para acercarnos una imagen heróica de las mismas. La simbología de las imágenes utilizadas en pancartas y carteles, así como la utilización de un espacio mágico en su esencia, como es el espacio festivo, no hace sino suavizar u ocultar la sangre derramada, los cuerpos violados de las víctimas y el sufrimiento de viudas o huerfános, todo ello envuelto en eufemismos como presos políticos, huidos o represaliados, mártires en definitiva a quienes debemos "amar" (maite zaituztegu) por su bondad y generosidad para con el pueblo a quien han de liberar y llevar hasta la Arcadia feliz. ¿Acaso no hay en esta ciudad otros ciudadanos con distintas ideologías? ¿Acaso no hay en esta ciudad personas que aún hoy lloran a sus familiares asesinados por ETA? ¿Acaso la libertad de expresión, consustancial con el sentido del tiempo festivo, no ha de verse limitada por la ética, la justicia o , simplemente, por la humanidad?  ¿Acaso nuestros jóvenes deben tomar un kalimotxo, comer un bocadillo, sentir la música o enamorarse rodeados de una simbología que representa lo más oscuro de nuestro pasado reciente? Yo no lo creo y no me resigno ante la idea de observar como natural, lo que no es sino reivindicación de lo peor de la humanidad: la deshumanización y la prostitución de un espacio festivo. Este no es el modelo festivo que deseo para mi ciudad. La alegría, las estrofas de una canción, el amor de dos adolescentes no debe surgir entre la apología del asesinato, del odio, del totalitarismo, del horror. 

Lo digo alto y claro como lo diría en situaciones similares, ante una esvástica neonazi, ante una bandera franquista, ante un cartel racista, ante un ataque sexista... cualquier simbología que sirviera a los dioses del horror en vez de servir a los dioses de la fiesta, que son en definitiva los del hermanamiento, de la alegría, de la ciudadanía y de la paz.





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